Muchas personas, cuando se sientan a escribir, tienen una idea fija en la cabeza: PUBLICAR EL LIBRO. Esto conlleva una serie de procesos algunos erróneos, algunos llenos de ansiedad que pueden provocar que el proceso de escritura no sea tan placentero. Publicar, por tanto, se antepone al hecho mismo de la escritura. En los últimos años, movidos por la crisis y, en muchas ocasiones por la búsqueda de una salida laboral, se ha producido un proceso muy curioso: muchos de los que se quedaban en paro se lanzaban al proceso de escribir buscando una salida profesional. En este sentido las películas norteamericanas nos han hecho un flaco favor porque no hay nada más incierto en nuestro país que que un escritor pueda vivir de lo que escribe. Vamos, son muy pocos (contados con los dedos de las dos manos) los que lo consiguen.
Pero, vamos al grano. El hecho de que tú tengas muchas ganas de triunfar no quiere decir que las editoriales se mueran por leerte. Sobre todo, si eres un autor nuevo. Lo más probable, de hecho es que no tengan ningunas ganas de hacerlo.
Las editoriales pequeñas vivimos sepultadas bajo manuscritos que no hemos pedido y que, para colmo, nos llegan en unas condiciones que ríete tú de la Enigma. No es que pasemos de vosotros ni mucho menos, lo que pasa es que no tenemos tiempo material para atender a todos los que nos escribís. ¿En qué nos fijamos para hacer caso a un autor entre todos los que nos escriben? Pues pueden darse varios casos:
1.- El manuscrito viene avalado por un autor que ya conocemos y respetamos; o un lector que, realmente, nos resulta absolutamente fiable.
2.- El mail tiene cierta gracia y no da por sentado nada. Yo he llegado a recibir mensajes como estos (no están copiados literalmente, pero son REALES):
a) Estimada editora, le mando el manuscrito que va a cambiar el curso de la literatura española. No le pido un anticipo, sino que me pague durante tres meses, tiempo que estimo conveniente para acabar la novela, el alquiler, la luz y el agua, y me dé una pequeña manutención para poder comer y así no tener distracciones.
b) Hola, aquí tienes mi manuscrito (y son 850 páginas)
c) Hola, solo quería saludarte (¿en serio?)
3.- Has conocido al autor en algún evento, fiesta, cine, velatorio…., no sé, le has conocido en general, y, más tarde, recordándote quién es te cuenta de qué va su novela y te pregunta si quieres leerla.
En una montaña de textos, ¿qué puedo hacer para que la editorial, al menos, le mande mi manuscrito a alguien de confianza que haga una primera criba?
1.- Nunca deis por sentado que estamos deseando leeros porque no es verdad. Si ni siquiera os conocemos, ¿cómo puedo estar interesada en vuestra obra?
2.- No mandéis JAMÁS el manuscrito por las buenas. Es una falta de respeto hacia la persona que está al otro lado de la pantalla
3.- Si vosotros no creéis en vuestra obra, ¿por qué voy a hacerlo yo? Normalmente, una editorial no quiere lo que ya habéis regalado o malvendido en Amazon porque lo más probable es que os hayáis cargado la vida útil del libro.
4.- Cuando os dirijáis al/a la editor/a recordad que no os conoce, no os ha leído y no tiene tiempo para comenzar a leer un mamotreto de 600 páginas. Ponédselo fácil.
En primer lugar, investigad a la editorial. Ni recuerdo la de manuscritos de novela romántica que he recibido. ¿En serio? ¿Sabes a qué se dedica mi editorial? No tienes ni idea, has hecho un listado de editoriales españolas y has escrito un mail común a todas.
En segundo lugar, presentaos. No hace falta que mandéis vuestro CV, pero sí que digáis quiénes sois, a qué os dedicáis, si es vuestra primera obra, si no lo es…
En tercer lugar, una sinopsis de dicha obra ya ayuda a saber si lo que mandáis está dentro de lo que buscamos y es fácil, así, hacer una primera criba.
En cuatro lugar, diez páginas de la obra. No mandéis todo el manuscrito si no se os solicita.
En quinto lugar y, para mí el más importante, tratad a quien escribís con el mismo respeto con el que esperáis ser tratado. Es decir, si me dices: “Te mando mi manuscrito”, así sin más (y juro que tengo más de veinte mails de este tipo), ¿por qué tengo que contestar algo más que un “No, gracias” a los treinta segundos de recibirlo?
En sexto lugar, por Dios, nunca mandéis el primer borrador. Dejadlo reposar, dejádselo a alguien de vuestra confianza y, por último, volved a corregir.
Editar es un oficio muy complicado y muy serio. Desconfiad de las editoriales que os dicen que sí a los veinte minutos, o al día siguiente. Desconfiad de quien os dice que es edición tradicional, pero estáis obligados a vender cincuenta ejemplares en la presentación o tienes que pagarlos tú. A eso, en mi pueblo, se le llama auto-edición en cubierta. Desconfiad SIEMPRE de los amigos que os leen y jamás ven nada que corregir. Ninguno somos tan guapos como dicen nuestras madres.
Hay blogs como el de Gabriela Campbell que yo os recomiendo para aprender un poco más del proceso de escritura y de edición.
Pero, ante todo, sobre todo y contra todo: DISFRUTAD del proceso de escritura. Si escribís tan solo para ver si se puede publicar y así haceros ricos, olvidad la literatura. En este país hay un polvo que ha sido el más rentable de la historia del sexo en el mundo. Ser escritor no es ser famoso, es, normalmente, estar muchas horas encerrado a solas.
Ved películas sobre escritores, pero sobre escritores españoles que son mucho más deprimentes, pero mucho más cercana a la realidad del escritor en este país. Y no olvidéis que el secreto de que te traten con respeto es mostrar el mismo respeto por la persona que tienes en frente.
Pues nada, ahora, con todo lo dicho, hacéis una bolita de papel y jugáis al baloncesto con la papelera. Que los consejos están para eso. Aunque, pensad también, que yo me rijo por estos preceptos y muchos de los colegas que conozco también.
Trata la literatura como lo que es, algo serio y no te tomes tan en serio a ti mismo. El mundo seguirá girando cuando ninguno de nosotros esté aquí.
¡Hola!
Me ha parecido muy interesante vuestro artículo, sobre todo porque es una guía corta y muy útil de cómo uno debería enviar un manuscrito (algo que en ocasiones se convierte en una especie de prueba de fuego para según qué editoriales) y, por otro lado, nos revela (una vez más) que en este país intentar ganarse la vida escribiendo es una utopía y una gilipollez.
Está claro (y también dais en el clavo) que un escritor debería escribir por el mero placer de hacerlo sin tener esa presión absurda de: “¿Le gustará a la gente?” o “¿Me publicarán?”. Y, por supuesto, el recurrente (y monguer) pensamiento de: “Con esto voy a hacerme famoso fijo, me convertiré en millonario y follaré a saco”. Es difícil hacerse a la idea de que uno escribe para uno mismo y que ese camino de la fama y la gloria es completamente ridículo. Por otro lado cuando uno consigue quitarse de encima toda esa paja mental, la escritura se convierte en algo mucho más divertido y el escritor regresa a los orígenes que le motivaron a juntar letritas por primera vez y que no es otro que pasarlo bien creando historias y olvidarse del gilipollas del patio que te ahostia la cara todos los días. Pensar en lo comercial, en el público, coarta la libertad creativa.
Por otro lado, no me ha gustado ese catálogo de en “¿En qué nos fijamos?” (y lo dice un autorucho que ha conseguido publicar un conjunto de relatos por el que no puso un duro, encima recibió el pago de sus escasos royalties y ha asomado el morro en alguna que otra cosa más).
Eso de “has conocido al autor” o el “mail tiene cierta gracia” me enerva un poco. Si una editorial, de verdad, deja pasar la oportunidad de leer un manuscrito por el mero hecho de que no conozca al autor, éste sea un completo desconocido en el mundillo o, incluso, debido a que su correo denota cierta pedantería, me parece que lleva a las editoriales pequeñas a escapársele ciertas oportunidades que las grandes editoras nunca tendrán.
Existen (o deben de existir) muchos autores en la sombra con muy buenas capacidades y a los que, probablemente, les resulta muy complicado ir a presentaciones, acercarse a hablar con el editor o el autor, meterle la mano en los pantalones y susurrarle al oído: “Tengo un manuscrito muy gordo para ti. ¿Quieres verlo?”.
Existen (o deben de existir) muchos autores que no se sienten seguros con su propia obra y la envían con la sensación de estar haciendo el ridículo; otros que, enfebrecidos por su propio esfuerzo tras poner el punto y final, envían y escriben ese mail a las editoriales a tope de adrenalina. Pero nada de lo anterior significa otra cosa que hay autores inexpertos que necesitan que alguien les enseñe buenos modales o que necesitan a alguien que les levante la moral. Tal vez pegarles una patada en la boca y gritarles a la cara: “¡Eres un mierdecilla más, maldito cabrón!” (en ambos casos) esté bien, pero eso no creo que implique que una editorial no deba tomarse la molestia de plantar los ojos ahí y leer qué mierdas ha escrito ese chulo malparido, hijoleputa o ese cagado de la mielda.
En mi caso, he conocido a autores y a editores por determinadas circunstancias y me resulta ridículo acercarme a ellos con la intención de entablar amistad y luego meterles mi libro como el que no quiere la cosa. Preferiría limitarme a la amistad, enviarle mi manuscrito por la vía oficial y luego, incluso, que ese editor fuera capaz de decirme a la cara que mi libro es un truño, pero que cuento unos chistes fabulosos y que soy el mejor haciendo eso de la pelotita y el tenedor. Estoy seguro de que eso pasa también, claro que sí. Hacerte amigo del editor o de un escritor guay no te hace mejor escritor. Pero tengo la sensación de que a muchos de esos escritores “amigos” no se les juzga igual que al resto y, de esto no tengo dudas, en igualdad de condiciones se publica a un autor ya conocido que a otro por conocer. Me resulta injusto, pero la vida es asín y yo no voy a cambiarla. Está claro que tener a un autor en tu catálogo que te caiga bien y con el que luego poder irte a beber unas cañas y hablar del modelo Hartle-Hawking es mucho mejor que hacerlo con un gilipollas que escribe como los ángeles pero que no aprecia tu colección de pósters de películas de terror ochentero ni quiere mirar por tu telescopio. (Espero que esto último no ofenda a nadie: tengo pósters de películas de terror ochentero, mis favoritas, y siempre he soñado con tener mi propio telescopio).
Por otro lado, quemar la vida de un libro en Amazon es como tirar una cerilla al sol. No tengo dudas de que entre toda esa masa lumínica e incandescente que se nutre de egos e ilusiones hay mucha morralla, pero también hay cosas interesantes y autores con mucho potencial. Me imagino que también algunas editoriales bucean de vez en cuando en ese lodazal: por el mero hecho de estar ahí no quiere decir que ningún autor haya tenido ningún tipo de visibilidad ni haya quemado todos sus cartuchos. Muchos lo hacen porque creen que ese es el mejor camino de lanzar su obra al mundo, incluso muchos se limitan a hacerlo como una gestión más dentro de su trabajo con la errónea idea, en el fondo, de que si obra es buena de verdad el público lo apreciará y será el principio de una fabulosa carrera. La mayor parte de autores de las plataformas digitales “venden” sus libros en promociones gratuitas, y esos libros a su vez terminan en el cajón de “las cosas que tengo pendientes de leer descargadas gratis de esa plataforma digital de libros que probablemente no leeré nunca”.
Desde luego, mi punto de vista es el del escritor (un poco ya pasado de rosca, eso sí) y vosotros habéis planteado el punto de vista de los editores que bastante tienen con abrir las puertas y dejar que un escritorucho les mande sus cosicas. La mayoría de editoriales ya no comete esa locura. Sé lo complicado que es ese mundo y respeto enormemente a quienes deciden abrir una editorial con todo el curro que conlleva eso cuando, en la mayoría de ocasiones, el editor trabaja también en una tienda de muebles a jornada completa para sustentar a su familia. Además, les tengo un cariño inmenso a las pequeñas editoriales y como lector me congratulo hoy día de que gracias a ellas estoy redescubriendo el placer de leer.
Pero bueno, aquí está mi opinión.
Perdonad mi tocho-respuesta, probablemente cargada de imbecilidades. De nuevo, un artículo muy interesante que seguro ayudará a muchos autores a no cagarla o a decidir abandonar el camino antes de tiempo.
¡Mucha suerte!
ResponderEstoy de acuerdo contigo en muchas cosas, Toni. Insisto en que nosotros intentamos leer todo lo que nos llega, pero el trabajo es ímprobo y hay que unir a la saturación que el escritor quiere/necesita/exige una respuesta casi inmediata.
ResponderPor otro lado, no eres el primero que plantea o deja entrever algo sexual o de peloteo al editor. Venga, casi todos estamos de vuelta ya de eso. Por mucho que me digas que mido metro ochenta y que soy un bellezón no te abre las puertas ni siquiera de mi coche.
Lo que digo, siempre, parte de la base de que buscamos calidad, no que nos doren la píldora. No somos idiotas, hombre.
Pero, me alegra que hayas dado tu opinión porque sí es cierto lo de Amazon, es cierto, que un mail simpático no te asegura nada (desde luego un mail pedante, o directamente en blanco te asegura muchas cosas).
Creo que lo importante es darse cuenta de que en los dos lados hay personas.
Si pierdes eso de vista lo pierdes todo.
Muchas gracias por responderme, Carmen. Como dices hay personas, sí, pero tanto en un lado como en otro y, en ocasiones y por desgracia, a veces parece que no hay nadie cuando uno llama a la puerta. La soledad del escritor que comienza es entonces absoluta y para muchos pierde todo sentido esto de escribir (ahora menos porque Amazon y otras plataformas permiten lanzar al mundo todo sin ningún tipo de filtro. Pero eso es otro camino del que prefiero olvidarme).
Siempre he deseado encontrarme con editores que te expliquen los motivos por los cuales no te publican o te den consejos para llegar a hacerlo alguna vez. He tenido la suerte de toparme con algunos, muy pocos, pero me los he encontrado, y me han reconciliado con el mundillo. Aunque comprendo también ese silencio. Yo mismo he comenzado proyectos que han terminado desbordándome y me he visto obligado, por fata de tiempo y por agotamiento, a no responder. Pero siempre he pensado que hay mecanismos como un correo de respuesta automática y unas fechas estimadas.
ResponderY, bueno, lo del peloteo y lo demás, esto era un chascarrillo fuera de lugar que deja entrever lo que comenté sobre la impresión de que, a veces, este es un mundo endogámico que no beneficia ni a lectores, ni a escritores ni a editores. Pero es mi opinión y posiblemente me equivoco.
¡Un saludo!
Efectivamente en la búsqueda de grandes salidas, atropellamos la escritura y el placer de expresar lo vivido e imaginado. Muchas gracias por las recomendaciones, estan claras y precisas
ResponderSe me pasa el tiempo volando, mientras escribo; por las noches, hasta que me llega el sueño, doy vueltas a lo que harán mis personajes. Cuando más disfruto es cuando consigo darles vida propia; entonces, la novela la terminan ellos mismos; yo solo escribo lo que me van diciendo. Cuando la termino, claro que quiero compartirla con los demás. En cualquier obra que se crea, queda una parte del alma del artista, y un mensaje que compartir con los demás. El poso de sabiduría que alcanza un lector de libros, es el cúmulo de ello que van dejándole los libros que lee. Y esa es la compensación de quienes escribimos. Por tanto y en mi humilde opinión, es obligado intentar publicar, ¡aunque sea un suplicio¡ Efectivamente, con diez páginas puede verse el interés que despierta un libro. Gracias por esos consejos para lograr que le editorial los lea.
ResponderLo cierto es que el mundo editorial está en crisis. Tanta gente escribiendo, tantos públicos distintos, el mundo digital, las falsas editoriales ofreciendo edición bajo demanda, la autoedición, el ebook, y en ese revuelo la gente, escritores, aspirantes y editoriales, hacen lo que pueden.
ResponderComo escritora autopublicada en Amazon y otras plataformas, Carmen, le doy toda la razón. Al principio me planteaba por qué hay bodrios que se venden como rosquillas y buenas novelas que apenas venden, luego descubrí el submundo que rodea a estas plataformas: community managers prometiéndote éxito, decenas de falsos grupos de lectura que pertenecen a un mismo grupo de escritores o editorial y cuya única finalidad es encumbrar a estos, correctores, maquetadores, diseñadores de portadas, etc, que se nutren del deseo de éxito de los escritores, que a su vez, han visto como algunas editoriales importantes han “rescatado” a buenos autores de entre ese maremágnum y se niegan a perder la esperanza en que eso mismo puede sucederles a ellos. Como bien dice mi madre, “en ocasiones habría que ser viejo antes que joven”, porque una vez se sabe cómo funcionan las cosas, una piensa que no ha escogido el mejor camino. Gracias por un artículo tan sincero y directo. Intentaré poner los consejos en práctica y, sobre todo, tener paciencia en mi intento de encontrar una editorial, si es que eso está al alcance de todos. Un saludo.
ResponderMuy interesante. Me ha sorprendido el punto sobre que no hay que entregar el manuscrito completo a menos que se pida. Yo lo he hecho, lo reconozco, pensando que este era el modo correcto de dirigirse a la editorial. Siempre me fijo, eso sí, en que la editorial confirme que está en recepción de manuscritos, así que de ahí supongo que sí buscan la obra completa. Pero, en todo caso, me apunto el detalle para tenerlo en cuenta en próximas oportunidades. Gracias.
ResponderDiáfano (a la par que útil).
Se agradece tela.
Responder